GOLPE A GOLPE


Los golpes que te da la vida, trasladados al binomio vida y muerte son irreparables.
Los golpes deportivos no.
Hay instantes, momentos en la vida del deportista que son jorobados y a todos en cualquier ámbito de la vida deportiva nos ha pasado factura.
En el fútbol concretamente, aparece un entrenador que no cuenta contigo, cuando la temporada pasada resulta que eras el buque insignia del equipo. Para otros este nuevo míster trae renovadas ilusiones ya que el año anterior tuviste un año sabático.
Para el entrenador, un tanto de lo mismo. Tu equipo domina, el balón que se niega a entrar en la meta adversaria y en una contra se te va el partido y tres puntos de la mano.
¿Qué ocurre entonces? Que tu termómetro desciende hasta límites insospechados. Estás mal y te dan ganas de mandar todo a freír churros.
Pero si hay consuelo para todos, lo hay también para los que nos dedicamos al mundo del fútbol. En definitiva estamos hablando de un juego donde la paridad entre equipos es cada vez mayor y la competitividad en las plantillas también lo es.
Ocurre que algunos se empiezan a presionar por que no entienden cómo puede pasarle precisamente a él todos esos problemas. Convengamos que en la oficina, en el hospital, en los hogares, en la verdulería, en el colegio y en los clubes hay presiones, todas son presiones, aunque de diferentes intensidades para el que mira desde fuera pero intensas para los protagonistas. En el fútbol existen.  Asumirlas es la obligación del entrenador y de los futbolistas, si no, haberse dedicado a otra cosa.
Nadie te miente cuando te metes en este juego.
A todos nos encantaría ganar todos los partidos, pero hay que estar preparado para la derrota, para saber que en un vestuario van a existir conflictos. El que no esté preparado va a sufrir; el que logre salir airoso de estas situaciones sobrevivirá a la lucha por vencer a la tristeza, porque como dijera el poeta: “Quien no sabe sobre la tristeza deportiva, no sabe nada sobre la tristeza”.

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