Saber jugar, saber competir

En un circo de Tokio, en la playa de Copacabana, en el patio del colegio, en el potrero de la esquina, te encuentras con verdaderos artistas del balón. Estos magos, hacen maravillas con el esférico en sus pies, muslos, hombros, cuello y cabeza.
En los equipos de fútbol de toda la geografía española, encontramos excelentes peloteros, brillantes en el uno contra uno, fuertes, potentes, hábiles, listos, pero son pocos los que saben competir.
Se habla mucho de sistemas, de tácticas y estrategias, pero poco de la asignatura pendiente.
No hay colegios, ni academias que enseñen a competir, aunque sí una Universidad, la de la calle.
Quizá algún político avezado tenga la brillante idea de crear una nueva y moderna Universidad, adaptada a estos tiempos (en el que el cemento armado nos ha dejado sin “potreros”), en la que se incluya la materia: “Saber competir”. Pondrían a dictar cátedra a  profesores magistrales y  distintos hombres ejemplares de la historia servirían como referentes. Desde el mismísimo Napoleón, Alejandro Magno, Helenio Herrera Luis Aragonés, y hasta el propio Mourinho.  Los objetivos, claro está, se encaminarían a saber/ aprender a sacar partido de cada situación, de cada lance del juego. Sabríamos cuando replegar, cuando presionar, cuando entrar duro, cuando hablar, cuando callar. En definitiva el arte/ la virtud de saber estar, saber jugar, saber competir.
Todos alabarán de sus emblemáticos alumnos egresados su sapiencia, su garra, su espíritu de entrega y lucha, pero no bastará sólo con ello.
El fútbol, deporte de situación, donde nunca una acción es igual a otra, requiere  jugadores con casta y raza, cómo no, pero también de futbolistas pensantes,  lectores del juego que, desgraciadamente, son los menos. Los factores para saber competir no aparecen en manuales, pero créanme que si los escribieran, cambiaríamos de deporte.
Pasa a diario  con algunos futbolistas, que son verdaderos ases en los partidillos de los jueves y resulta que a la hora de dar el callo el día de la competición, desaparecen de escena.
¿Por qué ocurre esto?
Porque no es lo mismo entrenar, que jugar, que competir.
Cuando la competición los llama a la escena, a algunos les tiembla el pulso y a otros les viene el subidón.
Unos futbolistas disfrutan jugando, otros, FUTBOLISTAS, disfrutan COMPITIENDO. 

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