Correr demasiado

Vivimos deprisa;  si el mundo está loco, imagínense el fútbol. La urgencia es ¡Ya! Aquí y ahora. Traducido y transmitido a los jugadores, la ansiedad y la angustia se presenta en cada partido. El resultado es que por querer gustar (y ganar) y desear hacer todo bien, se termina embarullando hasta a los propios compañeros. Se corre para presionar, se corre para contraatacar, se corre para replegar y hasta se corre con el balón en los pies.
¿Y entonces? Creo que se debe correr bien el campo de fútbol, esto es, pensando. Leyendo el juego. A lo que vienen las preguntas: ¿Jugar y pensar? ¿No es esto muy difícil?
Hay momentos que se hace necesario una pausa en lugar de un acelerón; hay instantes que es necesario un cambio de orientación mediante un pase, que una rápida conducción. Para ello será conveniente estar ordenados, lo contrario es correr como pollo sin cabeza. Claro que es difícil. Claro que no es lo mismo un entrenamiento que un partido de competición. Claro que nos jugamos mucho. Tanto como los otros diecinueve equipos restantes. Pero estamos hablando de pensar, de entender el juego, de saber que Carl Lewis o Ben Jonson por más velocidad que tuviesen no cabrían en este deporte. En física el camino más rápido es la línea recta, en fútbol, quizás un rodeo por banda te acerque antes al objetivo de tres letras, al gol. Correr demasiado no asegura un resultado, correr pensando, tampoco. Pero creo que ése es el camino. Como todavía no encontré la receta seguiré intentando que mis futbolistas adivinen, intuyan, piensen. Que se equivoquen, que busquen soluciones, que corrijan posiciones, que lean el juego. ¿Que corran es bueno?, cómo no; que corran pensando siempre será mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario